viernes, 1 de noviembre de 2013

Promesa

Divulgué tu nombre desconocido,
sin embargo, no recordé tu cara.

El asombro renovado en cada
meditación absurda. Otra vez.

Pedí café, porque para cerveza no me alcanza
e intenté darle forma al poema de la mierda.

Evité la extraña pulsión de prestarte un libro,
esperando que lo leas, al menos un poco.

Y supe que no lo harías. Y que tampoco
me lo devolverías.

Pero todos perdimos algo.

Y si bien es cierto, que estaba borracho,
he dicho todo lo que necesitaba decirte.