domingo, 3 de noviembre de 2013

Confesión

Hubo mujeres que nunca supieron mi nombre
y sin embargo no les mentí.

Hubo mujeres que me amaron y no supe que hacer
entonces las perdí para siempre.

Hubo mujeres desnudas que me escucharon llorar
mientras dormía.

Hubo algunas mujeres que me odiaron con fervor
pero no quise comprender porqué.

Hubo mujeres anónimas, que me descubrieron
velando por la delicada tristeza de las cosas.

Hubo otras, en cambio, que se masturbaron conmigo
sin nada más a cambio.

Hubo mujeres que olvidé, porque la cobardía
es un mecanismo infame pero a la vez infalible.

También hubo mujeres que conversaron conmigo
sin saber quién era, ni de dónde llegaba mi voz.

Y les hablé de lugares desconocidos, de preciosas pesadillas,
o de poetas malditos, inéditos, amigos míos,
borrachos y desesperados por la tristeza.

Hubo mujeres a las que les cociné manjares
y observé sus muelas masticar

Mientras un pensamiento lascivo se figuraba en mi mente.

Un pensamiento que guardé conmigo para siempre.